TAC: qué es y para qué se utiliza

El TAC es una de las pruebas más completas y fiables para el diagnóstico de enfermedades, ya que permite una visualización muy clara y concreta de la zona afectada. Sin embargo, es importante tener en cuenta ciertos aspectos, que serán indicados por el especialista, antes de la realización de la prueba.

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¿Qué es un TAC?

Se conoce como TAC o Tomografía Axial Computarizada, a aquella prueba diagnóstica que, mediante el empleo de rayos X de distintos puntos, proporciona una secuencia de distintas imágenes que permite observar el interior del cuerpo humano para el diagnóstico de diferentes patologías.

El TAC es una prueba completamente indolora y no invasiva para el paciente. La principal diferencia entre un TAC y una resonancia magnética es la forma de obtención de las imágenes, ya que el TAC, como se ha explicado, emplea rayos X y la resonancia magnética, ondas de radio e imanes.

Tipos de TAC

Fundamentalmente, se puede diferenciar dos tipos de TAC, en función de si se emplea o no contraste, es decir, un líquido que se inyecta con el objetivo de obtener una información más completa y detallada de la patología del paciente.

En primer lugar, se distingue el TAC sin contraste. En este caso, la prueba se realizará directamente y el resultado se obtendrá a partir de las imágenes.

En  el caso del TAC con contraste, se administrará por vía oral o intravenosa en los minutos previos a la realización de la prueba, con el consentimiento firmado del paciente. A la hora de realizar un TAC, se pueden diferenciar dos tipos de contrastes: los contrastes positivos, que son aquellos que clarifican la zona a estudiar, tiñéndola de color blanco. Lo más habitual en estos casos es el empleo de sales de yodo o sulfato de bario. En segundo lugar, los contrastes negativos, por el contrario, tiñen la zona afectada de un color oscuro. El material de contraste en esta ocasión, suele consistir en agua, administrada por vía oral o rectal.

¿Qué enfermedades se pueden detectar con un TAC?

Como se ha explicado, la principal finalidad de un TAC es el diagnóstico de diferentes patologías y enfermedades, especialmente, en caso de pacientes oncológicos, ya que permite conocer la estructura y localización exacta de estructuras tumorales. Además, es habitual para la detección de lesiones neurológicas, así como, para patologías de colon e intestino y del sistema circulatorio.

En otros casos, el TAC se emplea para la elaboración de tratamientos. En estos casos, una vez realizado el diagnóstico, el paciente es sometido a un TAC para conocer la ubicación de la lesión y poder ajustar la dosis del tratamiento, especialmente en casos de quimioterapia.

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¿Cuándo se realiza un TAC?

Habitualmente, cuando el paciente acude a la consulta del especialista manifestado dolor en determinadas zonas, suele ser necesario realizar distintas pruebas diagnósticas. En aquellos casos en los que se requiera un estudio en profundidad de algún órgano interno, será preciso realizar un TAC, ya que proporcionará una información más completa.

Como se ha explicado, el TAC es una prueba diagnóstica y, por tanto, es empleada en la detección de diferentes enfermedades, especialmente, en casos de pacientes con lesiones tumorales.

En otros casos, el TAC se emplea como prueba de revisión tras una cirugía o como prueba de control tras tratamientos de quimioterapia y radioterapia, con el objetivo de conocer el estado y la evolución del tumor del paciente.

¿Qué patologías se pueden detectar con un TAC?

Como se ha explicado, el TAC es una prueba válida para la detección y diagnóstico de patologías de tipología variada. Habitualmente, se utiliza en casos de lesiones tumorales, así como, patologías neurológicas o cerebrales. En estos casos, un TAC cerebral, suele formar parte de las pruebas necesarias para detectar esclerosis múltiple.

En el campo de la cardiología, el TAC se emplea para el diagnóstico de enfermedades cardiovasculares, ya que permite obtener imágenes de arterias y venas, permitiendo diagnosticar patologías adquiridas y congénitas, así como, coágulos localizados en distintas zonas del cuerpo.

El TAC puede emplearse para medir el nivel de densidad ósea de los huesos, para detectar osteoporosis. Además, al proporcionar imágenes de tejidos blandos, es una prueba muy útil para el diagnóstico de patologías musculoesqueléticas.

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Aspectos a tener en cuenta antes de un TAC

Antes de que el paciente se someta a un TAC, se deberán tener en cuenta ciertos aspectos, que serán indicados por el especialista. En primer lugar, el paciente deberá informar de cualquier patología previa o crónica. Así como, de embarazo, ya que es una prueba que no se recomienda en este estado.

En caso de TAC con contraste, el paciente debe realizar un ayuno previo de cuatro a dos horas. El día antes de la prueba, consumir abundante líquido, así como, en las horas posteriores a la prueba, con el objetivo de eliminar el material de contraste. Como se ha dicho anteriormente, el TAC es una prueba completamente segura e indolora para el paciente.

Como se ha explicado, actualmente, el TAC es una parte fundamental en el diagnóstico de enfermedades, especialmente, en pacientes oncológicos. Existen ciertas diferencias entre un TAC y una Resonancia Magnética. Es una prueba segura para el paciente, no obstante, es importante informar de cualquier enfermedad o embarazo antes de su realización. Puede consultar el cuadro de sociedades médicas con las que Magnetosur tiene acuerdo, para que tu prueba de TAC sea cubierta por su seguro. Algunas de las entidades aseguradoras con las que trabajamos son Caser, Adeslas, Asisa, Cigna, Mapfre o Sanitas.

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